martes, agosto 18, 2009

IV .- La Noche Apenas Comienza

Así, al fin llego la segunda llamada, el espectáculo había acabado, y el verdadero circo estaba por comenzar. Entramos al espectáculo con la mayor incomodidad que hay entre parejas y ex-parejas, para el segundo numero de acrobacias, yo estaba cayendo de aburrimiento, ese espectáculo lo he visto cientos de veces en casa, y mas cuando aún estaba casado con Mateo, por que él lo adoraba. Gabriel también se encontraba aburrido, su entretenimiento más grande era trazar carreteras en mis jeans, fue así como lo tome de la mano y nos escabullimos bajo el pretexto de ir a comprar una manzana cubierta de caramelo, en la puerta su chofer nos esperaba, y mientras subía a la camioneta tome mi celular para enviarle un mensaje a Álvaro diciéndole que me marchaba, que se quedara todo el espectáculo y si preguntaban por mi solo respondiera que había tenido un ataque de migraña.

Mi carrera la termine en la Universidad Nacional Autónoma de México, pero mi bachillerato lo hice en una pequeña y linda escuela de Bellas Artes, era un lugar bohemio, ¡Encantador!, donde todos éramos artistas, muchos poseíamos talento, muchos estábamos mal enfocados, y muchos solo pasaban inadvertidos, yo no fui uno de esos, yo me hacia notar, llamaba la atención, por eso siempre estaba acompañado de mis dos mejores amigas, juntos éramos las tres personas mas atractivas de toda la escuela, y los tres compartimos todas nuestras clases de teatro durante los tres años de bachillerato, al final ninguno decidió seguir con los aprendizajes profesionales de teatro, lo dejamos como un pasatiempo. Gabriela, con la que mayor contacto tengo, se embarazo justo dos semanas después de nuestra graduación, no se caso pero consiguió un trabajo en una tienda española de ropa muy reconocida y así fue subiendo hasta que llegó a ser la diseñadora principal de la marca, ahora es la presidenta regional de México. Atziri, mi otra amiga, estudio gastronomía, después de eso tomo un par de cursos acerca de relaciones comerciales internacionales y algo de hotelería, con lo cual emprendió una pequeña cadena de restaurantes y hoteles con la que al poco tiempo se convirtió en una de las mujeres más poderosas de América, después extendió su emporio hotelero y restaurantero al resto de los continentes, dirigiendo todo desde su primer restaurante, ubicado en la colonia Polanco, en la ciudad de México, por ultimo estaba yo, el importante editor en jefe de una prestigiada revista de moda, lo cual nos colocaba a los tres como los únicos de nuestra generación en lograr cosas grandes, y todo por dejar de lado el mundo del teatro, el resto de nuestra generación en bellas artes no logró cosas importantes, solo un par de compañeras mías lograron un par de éxitos con sus compañías de danza. De los demás no supe nada a excepción de algunos que formaron un par de grupos de teatro mediocres, pero que nunca lograron una buena puesta en escena o algo que valga la pena mencionar.

Ya una vez que la camioneta se acercaba a paseo de la reforma, Gabriel me pregunto
— ¿y adonde vamos?...
— no lo sé… tengo hambre… ¿tu no?
— algo, pero no mucha…
— ya sé… vamos con Atziri, tiene mucho tiempo que no la veo, pero aun recuerdo sus delicias… imagino que estará trabajando… — exclame con alegría, mientras Gabriel asentía en forma de agrado… tome mi teléfono celular y cuando encontré su número, que era uno de los primeros en el directorio de mi celular, le llame
— Diga— afirmo la voz de Atziri del otro lado
— ¿Cili?… Habla Aramiz…
— ¿Qué onda cabroncito? ¿Como estas?— Atziri, Cili como la llamábamos Gabriela y yo, era una mujer muy poderosa pero un tanto mal hablada solo con amigos
— ¡Muy bien! ¿Y tú que tal?
— Pues también, súper ocupada con los changarros, pero muy bien, ¡Encantada de oírte!
— Me agrada escuchar eso, no me agradezcas mucho la llamada, ya que te marco para pedirte un favor… bueno más que un favor es una pregunta.
— Pues tú dirás para que soy buena. — exclamo Atziri riendo
— Mira, andaba por acá, cerca de Polanco, y pues me ataco el hambre y quería saber si puedo pasar a visitarte a tu restaurante y que nos preparas algunas de tus delicias, y pues para saludarnos.
— ¡Ay! Flaco, pues si andaba por allá, pero yo creo que no nos va dar tiempo…
— ¿nos?... ¿estas con alguien?... creo que te interrumpí… — exclame en tono de disculpa
— ¡No! Para nada… pero ¿que no piensas ir?
— ¿A dónde?
— a la reunión de ex-alumnos
— ¿Reunión de ex-alumnos?— pregunte muy sorprendido, mientras Gabriel a señas me preguntaba que pasaba — No recibí invitación
— ¡Claro que si!... yo misma la envié, por que a mi me enviaron la de Gabriela y la tuya, te la envié a torre platino…
— ¡Ay mi vida!, tengo como seis meses sin vivir ahí…
— ¡Uy! que jodido esta este asunto… pero vas a ir ¿verdad?
— Si claro, si me pasas la dirección y me prometes que puedo entrar acompañado, sin invitación física y que habrá buena comida
— Si, te prometo todo. Y por la dirección no te preocupes, la reunión es ahí en la escuela, a partir de las diez de la noche, pues bueno yo ya estoy por llegar.
— Ok, me parece genial. Yo llegare en unos minutos — exclame mirando mi reloj
— ¡Te espero!... ¡cuídate!
— Tu también, bye.

Cerré el teléfono, le comente a Gabriel lo ocurrido y después le indique al chofer la dirección de la escuela, que es la misma de un edificio que hace muchos años se hacia llamar la biblioteca Benjamín Franklin, después conocida como el CEDART Luis Spota Saavedra, llegamos al edificio cerca de las diez con treinta minutos. Bajamos de la camioneta y cruzamos el vestíbulo, nos recibió un amable individuo, y justo cuando ponía el punto final de mi firma una voz detrás de mí me erizo la piel:
— Pero si es el gran Aramiz, el único hombre que en menos de tres años llego a ser una de las figuras mas destacadas de todo México al lograr elevar las ventas de una insipiente revista de moda en menos de tres ediciones...— Me volví para reconocer a aquel que se refería a mí con tanta sobriedad, grande fue mi sorpresa al encontrarme con un hombre al que yo calificaría como del único heterosexual de toda la escuela con un gran sentido de la moda, de hecho la primera vez que escuche el termino metrosexual no pude mas que pensar en él —... A penas y pude reconocerte entre tantas prendas de diseñador... ¿Qué paso con el Aramiz que todos conocíamos... con aquel que arriesgaría la vida por elevar su grito de viva la vie bohéme!? —
—Pues creo que descubrió que la vida bohemia no era lo más rentable, sin contar la falta de estilo...— ambos empezamos a reír mientras Gabriel nos veía de forma extraña
— Espero que los abrazos no estén fuera de estilo, ven y dame uno bien fuerte, que para mi seguirás siendo el mismo chiquillo que salía a fumar en suspensorio a la calle... —
— ¡No sea insolente! — dije mientras Fernando se acercaba y me retenía fuerte entre sus brazos.
— ¡Oh!... pero que modales los míos, permíteme presentarte a Gabriel, mi novio... Gabriel el es Fernando Cabrera, mi antiguo maestro de danza y el director de esta escuela desde hace... mucho tiempo...
Gabriel saludo a Fernando y este respondió con efusividad. Mientras subíamos las escaleras, Fernando, aprovecho para preguntar por Mateo
— ¿Y que paso con el flamante matrimonio con el apoderado rector de aquella tan importante universidad?—
—Pues el flamante matrimonio termino y Gabriel es el mejor amigo de Mateo... un cambio extraño de parejas... por varios meses pareció una relación swinger... pero después hablaremos de eso...—
Llegamos al último piso del edificio, donde se llevaba acabo la reunión, Gabriel tomo mi mano mientras yo me concentraba en encontrar a Atziri o a Gabriela y de la nada apareció:
— ¡Ara!...— exclamo Gabriela de la emoción mientras me abrazaba, Atziri le seguía.
— ¡Gaby!... cosita... ¡un gusto verte!— exclame mientras besaba mi mejilla
— ¡Cabroncito creí que no venias!— exclamo Atziri mientras me abrazaba en una especie de trío formado entre Gabriela, Atziri y yo.
— ¡Pues ya ves que no!... y déjenme presentarles a mi novio... Gabriel...— exclame mientras observaba como Gabriel había permanecido junto a mí deteniendo mi cartera, ellas lo saludaron con afectuosidad, de inmediato nos dirigimos a nuestra mesa, donde ocuparíamos cuatro de los seis puestos designados, ya que el marido de Atziri y el novio de Gabriela no pudieron asistir esa noche.
De pronto note que el lugar estaba lleno de gente, parecía que de verdad toda la generación había hecho caso a esta reunión, las copas de champagne desfilaban a medida que las botellas se iban vaciando... y la reunión comenzaba a tomar forma... Gabriel acariciaba cariñosamente mi mejilla izquierda con su nariz, yo lo disfrutaba...
—Esta sonando tu celular...— susurro Gabriel en mi oído en nivel muy bajo...
—No sé que dijiste... pero si sigues haciendo eso tendremos que cruzar la calle y encerrarnos en un cuarto de ese hotel...— Gabriel se separo de mi y me mostró la pantalla exterior de mi celular... llevaba tres llamadas perdidas de Mateo... lo cual era muy extraño, él no solía ser muy insistente.
Una extraña sensación de que algo no andaba bien me recorrió la espina dorsal... abrí el teléfono con rapidez y llame a Mateo.
Gabriel me miraba desconcertado... no se bien cual fue mi expresión pero no debió ser buena...
— ¡Claro Mateo!... en este momento salgo para allá... ¡Bye!— tome mi cartera... abrace a Gabriel y le susurre al oído— ¡tenemos que salir de aquí!... ocurrió un incidente...

Me levante de mi silla y me acerque a Gabriela
—Gaby... preciosa... me tengo que ir... ocurrió algo muy raro... pero de todos modos nos llamamos y salimos al café o algo ¿no?... Despídeme de Atziri... !Las quiero¡—
Gabriela solo me miro con desacierto mientras tomaba la mano de Gabriel y salíamos del edificio.

Llegue al hospital aterrorizado, ¡Maldición!... parecía que todo, de nuevo, había sido mi culpa, me detuve en la puerta Gabriel detrás de mi... me miraba y esperaba mi siguiente movimiento...

— Yo tuve la culpa... — exclame alejándome de la puerta — ¡no debería estar aquí! — me abrazo fuerte, mientras un par de lagrimas corrían por mis mejillas
— ¡Tranquilo, muñequito!... no es tu culpa... recuerda: libre albedrío...—
Me seque las lágrimas y regrese a la puerta.

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