martes, agosto 11, 2009

III.- El espectáculo de la noche

La camioneta se detuvo ante la entrada principal de la carpa donde ese fin de semana, por ser el fin de semana de estreno, se daban cita los ricos y poderosos de la ciudad que pudimos conseguir nuestros boletos varios meses atrás o como en mi caso un par de días antes llamando a un par de relacionistas públicos, patrocinadores y demás. Obviamente entramos por el Tapis Rouge; a la carpa: tapis rouge, en español para quien no hable tan bien francés como yo (¡Seguro!, las únicas frases que conozco del francés son oui, no, d’accord y tapis rouge), el tapis rouge significa alfombra roja, no es mas que eso, y dentro del circo el tapis rouge es la sección VIP, que se divide en dos, dentro de la carpa, donde se lleva a cabo el espectáculo, los asientos de esta sección están cubiertos de una especie de terciopelo rojo, y fuera de dicha carpa se despliega otra carpa que es un bar, donde te sirven elegantes copas de vino, o buenas bebidas preparadas, pero en fin entramos caminando por la alfombra roja donde los reporteros no invitados y los ‘fans’ se encontraban contenidos por una valla de seguridad, pero aún así el flash de las cámaras era espantoso, sentías una y otra vez el deslumbrar de esas luces, así como tu nombre mientras avanzabas, -¡Aramiz una foto!-, escuchaba una y otra vez.
Casi al final del pasillo estaban los reporteros invitados, cada uno cargado con un micrófono y un camarógrafo o los de medios impresos que solo venían cargados con una pequeña grabadora de bolsillo y una cámara fotográfica, donde casi todos nos detenemos contestábamos un par de preguntas, posamos un poco para algunas fotos y de inmediato nos dirigíamos al bar, en esta escala nos detuvimos unos minutos Gabriel y yo, para contestar algunas preguntas acerca de nuestra tan nueva relación, que siempre contestamos con un -nos sentimos muy a gusto saliendo-, nunca hablamos de amor ante las cámaras, eso se limita a el y yo. De entre los reporteros divise a mi asistente personal, Álvaro, un chico de veinte años, delgado, moreno, y muy nervioso, no se por que cada que lo veo me recuerda a un pequeño perro chihuahueño atrapado en el tráfico, me gustaba tenerlo cerca en los eventos, por que es el encargado de mis agendas.

En el tiempo que llevo de ser editor en jefe, mi vida se organiza básicamente en tres grupos esenciales: mi vida laboral en la revista, mi vida laboral-social y mi vida personal. Álvaro es el encargado de llevar las dos primeras agendas, la laboral, obviamente, guarda las juntas, fechas de cierre de edición, temporadas, entrevistas, etc. La laboral-social, guarda todos los eventos como el circo, cumpleaños desatacados, las beneficencias, cenas corporativas, convenciones laborales, pasarelas, etc. Entonces en cuanto yo me sumerjo en el bar a codearme con los grandes de México, Álvaro siempre esta detrás de mí recordándome en que fechas puedo hacer compromisos y cuando puedo recibir a alguna persona en mi oficina y de más compromisos que surgen en lugares tan concurridos como este.

Entrando de inmediato me recibió el asistente personal de cierto diseñador que esta muy interesado en mostrar sus nuevos diseños en nuestra revista, en ese momento Gabriel delicadamente me tomo por la cintura y acerco sus labios a mi oído:
— ¿Quieres algo?
— No, por que hay mucha gente para que pongas lo que quiero en mi boca— respondí suavemente en su oído, Gabriel se sonrojo de inmediato. Debo de admitirlo yo hubiera preferido quedarme en casa toda la noche viendo la inmaculada selección de películas románticas que hemos comprado para cuando la ocasión lo amerite, para que en la primera mitad de la primera película nos quitáramos nuestros perfectamente desteñidos jeans de diseñador e hiciéramos el amor en mi sofá aún mas costoso, estábamos en el primer ‘hervor’, en esos momentos cualquier clase de momento romántico daba vuelo a nuestra libido:
— En serio Aramiz, ¿quieres que te traiga algo de tomar?— exclamo Gabriel intentando disimular la sonrojes de sus mejillas
— Martini Cosmopolitan
Y así desapareció Gabriel por unos minutos mientras Álvaro seguía detrás de mi esperando que le dijera ‘agenda una cita para…’, y así fue, después de escuchar un sin fin de alabanzas de la revista y de mis tres primeras ediciones, me rendí y le pedí a Álvaro que hiciera la cita con él asistente, del cual nunca he sabido el nombre y no me interesa saberlo. Di un par de pasos más y me encontré con una de esas personas que se vuelven desagradables en tu vida, no me preocupe demasiado, a esa mujer no le simpatizo y honestamente ella no me simpatiza, desafortunadamente nos conocemos, pero no nos dirigimos palabra alguna, pase frente a ella como la costumbre lo dicta, haciéndome notar, y fue ahí cuando pensé que el momento de mi muerte estaba cerca:
— ¡Aramiz!— exclamo ella con su tono chillón de voz — ¡Sobrino que gusto verte!— me beso la mejilla y me dio un abrazo, fue ahí cuando note su cabello extremadamente maltratado por el exceso de polvos decolorantes, las arrugas en su cara que el botox no ha podido ocultar, así como su perfume pirata, ya que el original no es tan cítrico, y a la vez pensé, ‘de saludarme es por que moriré pronto y quiere limpiar sus culpas o quiere un favor’.
— ¡Martha!, que gusto verte— respondí muy hipócritamente a la segunda esposa de uno de los hermanos de mi mamá que tuvo la completa osadía de decir públicamente que yo no era bien recibido en su casa por ser gay, eso fue justamente después de que dejara en la ruina a mi tío, obligándolo a pedir grandes prestamos bancarios para continuar con su tan peculiar estilo de vida, y por lo que me imagino al verla aquí las deudas deben de seguir creciendo, en ese momento llego Álvaro, se quedo parado de mi lado derecho, y se acerco Gabriel por mi lado izquierdo y me vi en la gran obligación social de presentarlos.
— Martha, mira, te presento a Gabriel, es mi novio y el es Álvaro mi asistente personal — saludo muy amablemente a los dos, y fue al fin cuando caí en cuenta de que esta mujer tramaba algo
— ¿Tu asistente personal?, veo que es muy bueno tu puesto, que por cierto déjame felicitarte, en cuanto me entere le dije a tu tío que te enviara un presente, pero ya sabes como es de desidioso…
— ¡Si claro!
— ¡Pero en fin! … — dijo apartando un mechón de cabello de su cara — ya que estamos en esos temas, fíjate que mi Adán, esta por salir de su licenciatura y estudio algo de diseño y quería saber si no hay una pequeña vacante dentro de tu revista para él, por que, no es por que sea mi hijo, pero creo que tiene un gran futuro en el mundo editorial, no importa que empiece como asistente de alguien o de algo, el es muy adaptable…—
— ¡Claro! Te entiendo…— explore mi cartera en busca de mi tarjetero,— déjame ver que puedo hacer — le entregue la tarjeta a Martha, le pedí con señas a Álvaro que se acercara — dile a Adán que se presente en mi oficina el día que Álvaro te diga, que entregue en recepción la tarjeta para que tenga acceso y ya veremos ese día — sonreí hipócritamente, mientras daba media vuelta y le pedí a Álvaro casi en susurrando que anotara la cita con la menor prioridad, la verdad es que el favor no lo hacia hipócritamente, lo hacia por que de una u otra forma a mi me hubiera encantado tener esa oportunidad al salir de mi carrera, y siempre he sido de la idea de que los problemas son de dos y que los hijos no tienen por que pagar las penas de los padres. Martha agradeció el favor, y mientras Álvaro guardaba la cita para dos meses después, ella me felicito por lo atractivo que era Gabriel.
Solo para no dejar la historia inconclusa, Adán se presento el día acordado, le conseguí un pequeño empleo como asistente del departamento que se encarga de colocar tipos de letras, colores etc. se enamoro de Álvaro y dos años después, cuando Adán al fin paso a ser el jefe de esa área, se caso con Álvaro, mi segundo… actual marido y yo tuvimos el honor de ser padrinos de anillos, y la señora Martha me odio aún más y hasta la fecha sigue maldiciendo la hora en que me pidió ese favor.

Después de que Álvaro hizo un par de citas más, con otras personas influyentes que se me acercaron, logre sentarme en la barra para recibir un poco de afecto de mi novio:
— Mira ni siquiera son las nueve y ya siento que llevo aquí toda la noche…— exclame mientras Gabriel me ayudaba a quitarme el abrigo.
— ¡Tranquilo! La noche apenas comienza—
Sonreí y le agradecí, mientras colocaba mi agenda personal, sobre mi cartera en la barra y tragaba de un solo golpe mi tercer cosmo y como bien dijo Gabriel, la noche apenas empezaba, ya que un fuerte bullicio hizo que casi todos se levantaran de sus asientos para acercarse a la entrada de la carpa.

El espectáculo de la noche no fue el circo, fue ese pequeño incidente que hizo que la gran mayoría se levantara de sus asientos, Álvaro, que se encontraba cerca de la entrada de la carpa coqueteando con algún tipo, corrió a informarme de lo ocurrido, resulta que en la alfombra roja se encontraban Alex y Mateo, y al parecer justo enfrente de todos los reporteros Alex se había atrevido a darle un beso -muy poco apto para menores- a Mateo acto seguido se arrodillo frente a él y le propuso matrimonio, Mateo sonrió y exclamo -Lo pensaré-, después tomo del brazo a Alex y lo obligo a entrar, fue justamente cuando los vi, Mateo jaloneaba del brazo a Alex mientras lo regañaba al oído, para intentar disimular un poco, lo cual era aún más obvio por la lagrimas que brotaban de los ojos de Alex. Cuando Mateo al fin termino con el regaño se encontró con mi mirada iracunda.

— ¡Aramiz!, que fortuna la mía, dos veces en la misma noche…— se acerco Mateo a mi tomo mis manos y las besó después se dirigió a Gabriel — Gabo, déjame decirte que no pudiste hacer mejor elección...
— Gracias Mateo, lastima que lo de ustedes no funciono, lastima por ti, por que yo estoy muy feliz— Exclamo Gabriel en tono jovial
— Claro, a muchos les divierte mi desgracia, incluso a mi— reímos los tres, por que Alex aún se hallaba ocupado en ocultar sus lagrimas.
Me acerque a Alex, me sentía culpable por el escándalo, le ofrecí una servilleta, se limpio los ojos y sonrió:
— ¿Qué asientos tienen Gabriel y tu?
B-45 y B-46
— ¡que coincidencia! Mateo y yo tenemos B-47 y B-48
— ¡¿Cómo crees?! — exclame en ese tono muy particular de mi, que es una mezcla entre sutileza y sarcasmo, ‘un sarcasmo muy sutil’ lo llama Álvaro. Yo al mover mis influencias lo único que había logrado era conseguir un boleto para Gabriel (el B-45), por que los boletos originales (B-46 y B-47) eran para Mateo y para mi, y según recordaba Alex me había dicho que tenían una cena de beneficencia por lo cual no creí verlos mas esa noche, pero asumo que después de seis líneas de cocaína y un par de días sin ingerir mas que líquidos uno empieza a confundir las fechas.


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