miércoles, mayo 27, 2009

Halo/Aura


La semana pasaba rápido, Hugo la vivía entre el encierro de la oficina y su casa, la semana más aburrida de su vida... las vacaciones obligadas de la escuela llegaban en un momento malo, y con tiempo de sobra para el fin de semana que apenas se acercaba, ya que era miércoles; Rodrigo no daba señales de vida, y Julio no desaparecía de su mente. Hugo repasaba una y otra vez mentalmente las tareas por hacer y asuntos pendientes de la oficina, mientras fumaba un cigarro, hacia notas, enviaba correos y encontraba su cigarro consumido, encendía otro rápidamente, exhalaba el humo y continuaba. Así paso gran parte del día. De vez en vez miraba su celular esperando encontrar un mensaje, una llamada, algo que lo sacara de la inercia con la que hacia sus actividades —Una llamada de Julio no estaría mal o un mensaje de Rodrigo— pensaba mientras miraba la pantalla de su celular. Así decidió tomar la iniciativa, ese día Rodrigo pasaría por el al trabajo, y al día siguiente había quedado en tomar un café con Julio, envío un mensaje a Rodrigo preguntando a que hora pasaría y otro a Julio pidiéndole que confirmara la hora a la que se verían al día siguiente.

Pasaron un par de minutos y Rodrigo contesto brevemente con un mal escrito mensaje, su día se complicaba por unas compras que tenía pendientes, cosas para Rogelio, el novio de Querétaro. Enfadado tiro el celular por algún rincón y siguió con su monotonía. Un par de horas después, justo saliendo de la oficina encontró un mensaje nuevo en su celular, Julio cancelaba la cita del día siguiente argumentando tener una semana complicada, sin tiempo, él lo llamaría. Hugo se encontraba con ese sentimiento raro, ese espectro que lo amenaza con la migraña; el aura, como muchos lo llaman, él prefería llamarlo halo, ya que así se sentía, como una extraña energía que irradiaba su cerebro.

Así nuevamente llego a casa a ensimismarse; en esa misma torpe y ridícula rutina lo sorprendió el viernes, mientras revisaba sus pendientes del día y otras cosas, descubrió que el lunes siguiente cumpliría seis meses saliendo informalmente con Rodrigo. Al principio no pareció importarle, la idea le era bastante indiferente, después de la comida retomo la idea de los seis meses y pensó que tal vez seria divertido hacer algo, después de todo, seis meses no pasan en vano. Quiso ocuparse de eso mas tarde, aun no sacaba de su mente a Julio, entonces reconsidero la invitación pendiente que tenia con Luis, un viejo amigo; ir por algo de comida japonesa al día siguiente, sábado; pensó que un poco de distracción no le caería mal. Lo llamo y confirmaron la cita.

La Comida se prolongo, fácilmente y sin siquiera notarlo, se transformo en cena temprana y después en un par de tragos en un lugarcillo lindo y sencillo en zona rosa. Se unió a ellos Ethan, que llego a la hora de los tragos:
— ¿Y si vamos a Querétaro?— Pregunto Ethan, que siempre se distinguía por tener las ideas mas alocadas y organizar las fiestas mas salvajes.
—Me encantaría, pero trabajo mañana— se disculpo Luis.
Hugo meditaba acerca de aquel viaje, dando libre paso a la idea de la distracción para aquel fin de semana; acepto sin pensarlo más; así Ethan y Hugo emprendieron el viaje. Primero un taxi que tardo demasiado en recorrer las calles desiertas de la ciudad a media noche, hasta un autobús que los llevaría a aquella inesperada, de verdad inesperada, aventura; una vez sentado en el autobús, Ethan se desestresaba contando ciertos detalles de su actual relación a Hugo, el cual escuchaba con atención mientras pensaba que aquel viaje le serviría de mucho a ambos, el primer viaje impulsivo de Hugo, a un lugar que a pesar de conocer y haber visitado en varias ocasiones apenas recordaba.

Tan solo una hora con cuarenta y cinco y ya estaban en Querétaro, ante la entrada de aquel lugar donde estaban los amigos de Ethan. Una noche maravillosa, en un lugar no tan nice, con una inesperada ‘fiesta de espuma’, que irritaba bastante la garganta de Hugo, sin contar que entre el viaje y la humedad del lugar se arruino su peinado; la noche se fue entre copas, diversión, coqueteos con extraños y la perdida del celular de Hugo y un par de visitas al cuarto oscuro en busca de Ethan, del cual noto la ausencia mientras tocaban una de sus canciones favoritas. La extraña fiesta de espuma termino alrededor de las ocho de la mañana del domingo, en un restaurantillo, el único que daba servicio las veinticuatro horas en todo Querétaro, con Julio A. el mejor amigo de Ethan en Querétaro. Lo extraño del todo este asunto era que Julio parecía ser un nombre que se hacia presente en la vida de Hugo; un nuevo compañero de trabajo llevaba el mismo nombre, un amigo de un amigo, un tanto lejano que acaba de reencontrar un par de semanas atrás, llevaba el mismo nombre, por eso al amigo de Ethan lo llamamos Julio A; Ethan insistía en regresar a la ciudad en ese mismo momento, mientras desayunaban lograron convencer a Ethan de descansar un rato en casa de Julio A. y después, ya recuperados, tomar el autobús directo a la ciudad.

Una vez en casa de Julio A. se despojaron de la ropa empapada por la espuma del antro; Hugo un tanto apenado se oculto tras un librero que flotaba a la mitad del cuarto de Julio y parecía hacer las mismas que un biombo, aun así detrás del librero no burlo la mirada de Julio A. que se acerco a ofrecerle un pantalón para que lo usara como pijama; Hugo se sonrojo un poco y agradeció la atención. Despues de todo el ritual y tras varias horas de platica, al fin, los tres durmieron en la cama de Julio A., este pegado a la pared, después Hugo, y en el otro extremo Ethan. Al parecer a los Julios les gustan los Hugos, al acomodarse los tres a dormir Julio A. de inmediato envolvió a Hugo en sus brazos, el cual cedió, como siempre, por que cada que puede duerme con alguien abrazado aunque sea su amigo, peor en este caso Julio A. buscaba en Hugo algo mas que un amigo, y Hugo lo noto cuando Julio A empezó a besar su nuca; primero no supo reaccionar, al final solo se dejo llevar, después de todo esas son muestras cariño, mínimo de interés, lo cual al parecer llenaba a Hugo de un extraño confort; disfruto los besos de Julio A.; a momentos pensó que tal vez su aliento no estaba bien, que tal vez debió usar ropa interior sexy ese día, y un sin fin de inseguridades rondaron su mente, para que al final con un par de caricias de Julio A. lograra olvidar todo, sintiendo sus abrazos, su olor, y como con el otro Julio, Hugo no tuvo sexo con Julio A., solo se besaron largo rato, tiernamente, apasionadamente y todas las variantes que pudieron lograr, ocultándose un poco, para que Ethan que dormía junto a ellos no los descubriera; lo cual lo hacia un poco mas divertido e interesante.

A la tarde siguiente, cuando despertaron, cerca de medio día del domingo, Julio A. seguía abrazando a Hugo, el cual seguía sintiéndose seguro en aquellos brazos, no supo si Ethan lo noto o no, en realidad no le importaba, Hugo en esos momentos no quería que Julio A. lo dejara de abrazar, cuando al fin se espabilaron y salieron de la cama, Hugo buscaba un momento oportuno para acercarse a Julio A. pero Ethan al parece no quitaba la mirada de ambos; Hugo tenia ganas de seguir en contacto con Julio A. pero al parecer eso no seria muy probable, por que Hugo había perdido el celular, y hasta ese momento lo recordaba. Se resigno un poco pensando que en cuanto llegaran a la ciudad, con cualquier pretexto Hugo pediría el correo electrónico o el teléfono de Julio a Ethan. Tuvieron una comida muy relajada en el comedor de Julio A. y partieron hacia la terminal; al despedirse en el auto Hugo deseo besar a Julio A. de nuevo. Pero se detuvo; no quiso averiguar en ese instante cual seria la reacción de Ethan.

—¡Cuida mucho al niño!— le grito Julio A. a Ethan mientras encendía el motor en la terminal. Hugo se sonrojo un poco y ambos se despidieron a señas de Julio A.
Ethan y Hugo compraron sus boletos de regreso, fumaron un cigarro y abordaron el Autobús. Ninguno de los dos sentía arrepentimiento del viaje, una extraña sensación de satisfacción los invadía, y parecían reflejarla, eso si se sentía como un aura que los cubría; mientras atravesaban la primera caseta de cobro Ethan susurro levemente:
— ¿nos regresamos?—
—Pensé que odiabas Querétaro — afirmo Hugo
—No... no es por que sea Querétaro, no me quedaría, solo es el deseo de no regresar a la ciudad...— exclamo Ethan recargando su frente en el cristal.
—De no regresar a la realidad...— dijo Hugo y dejo caer la cabeza sobre las piernas de Ethan y una extraña nostalgia los contagio a ambos. Lo cual los mantuvo en silencio, absortos en sus mentes, durante todo el viaje. Supieron al entrar a la ciudad, mientras Ethan leía en voz alta los mensajes de su novio, que sus problemas seguían ahí. Los dos extrañaban algo pero, aun así, sabian que el viaje había sido bastante útil.


sábado, mayo 09, 2009

No hours... No time...

Habían pasado apenas veintiséis horas desde la partida de Rodrigo, a Querétaro, cuando Hugo ya encontraba consuelo en los brazos de su amigo Julio.


Julio había aparecido algunos años atrás en la vida de Hugo, como un encuentro casual... —¿o sexual?— No lo recordaba, una llamada aquel sábado propicio el encuentro, Hugo acepto por que creía necesitar algo de acción ese fin de semana: —si Rodrigo puede... ¿yo por que no?— pensaba mientras llegaba a su destino.

Recordaba vagamente quien era Julio, así que en el momento del encuentro parecía una cita a ciegas. Julio saludo dándole la mano a Hugo y después lo llevo a su casa.


Hugo estaba nervioso, muy al contrario de lo que era antes, apenas y hablaba, Julio por otro lado seguía igual, no paraba de hablar, lo que provocaba mayor curiosidad en Hugo, así Julio seguía hablando y hablando desde el peinado genial pero extraño de Hugo hasta lo mucho que le gustaba aquella canción de que compraba al amor con un juego de cartas, y así llegaron a casa de Julio.

Hugo recorría cada milímetro de la estancia intentando retener cada detalle ¿o buscando alguna cámara oculta?, la paranoia siempre esta presente en su vida, Julio notaba los extraños movimientos de Hugo.

—Siéntate, por favor— exclamaba Julio desde la cocina

—Si... gracias— argumentaba Hugo mostrando su educación un tanto antigua

—¿Quieres tomar algo?— preguntaba Julio con la cabeza metida en el refrigerador— ¿jugo.. agua... refresco...?... ¿una cerveza?—

—¡No!... cerveza no... soy un niño medianamente sano— sonrío Hugo

—¿Entonces tampoco fumas?— pregunto Julio e inmediatamente se borro la sonrisa de Hugo, se sentía acorralado -¿y si el no fuma?- pensaba aun así respondió:

—si... fumo...— contesto rápidamente— aunque tal vez debería dejarlo— mintió... nunca había pensarlo en dejarlo

—Tal vez no deberías... yo no fumo muy seguido pero me relaja bastante—

—Si... solo es una posibilidad...— exclamo aliviado, y en su monologo interno buscaba el por que de la mentira, ¿Por qué debía importarle? Solo era cosa de una noche... ¿o no?

—¿Entonces?... ¿que te sirvo?— pregunto Julio, disipando los pensamientos e ideas retorcidas de Hugo

—Agua esta bien...— exclamo un tanto dentro si— sin hielo...— apresuro a decir cuando vio a Julio abriendo el congelador, Hugo tomo el vaso dio un par de sorbos y se aventuro a seguir a Julio hasta su habitación pensando que, después de todo, solo seria una noche de sexo. A mitad de camino Julio se detuvo, Hugo no lo noto hasta estar pegado a la espalda de Julio, rápidamente dio un paso atrás intentando evitar el contacto de los cuerpos:

—¿no quieres cenar algo?... ¿tienes hambre?...—

—¡No!.. Gracias, comí tarde— respondió Hugo

—¿estas seguro?—

—Si, lo juro... pero, si tú quieres cenar algo, te hago compañía—

—No, yo estoy bien— dijo mientras seguía caminando.


Al fin entraron en la habitación, y Hugo de igual manera, como lo hizo en la estancia, examino cada pared — ¿buscando otra cámara oculta?... ¡olvida la paranoia!— decía para sí, mientras Julio lo invitaba a sentarse de nuevo.

Una vez sentado en la cama, Julio comenzaba a hablar de nuevo, se levantaba, buscaba cosas, las mostraba a Hugo, le contaba anécdotas de cada objeto, volteaba hacia algún lugar y encontraba algo diferente, una nueva anécdota empezaba, entre anécdota y anécdota Hugo empezaba a sentirse mas relajado y lentamente fue dejando caer el cuerpo sobre la cama, al final se veía recostado con la cabeza de Julio en su estomago, ¡que bien se sentía estar así!, sin aviso Julio se levanto de nuevo al ver una muñeca de trapo que rápidamente alcanzo, mientras contaba la historia de cómo la había confeccionado, para regresar con Hugo a la cama y recostarse, esta vez de frente a él; Hugo no resistió la tentación y toco levemente, con la yema de sus dedos, la cara de Julio... Hugo sentía una atracción verdadera por Julio, y no era solo una atracción sexual, un ruido ajeno al de sus voces hizo a Julio saltar hasta la ventana:

–¡Llego mi mamá!— exclamo Julio con una sonrisa, mientras Hugo regresaba a su estado de tensión previa —Vallamos a saludar para que se entere que estoy aquí— Hugo, trago saliva, de pronto sentía seca la boca; no contaba con aquel suceso.

—¿seguro?—

—¡Si!... mi madre es un encanto...—exclamo Julio, mientras Hugo se levantaba; una vez incorporado, Julio tomo la mano derecha de Hugo, donde llevaba una pulsera de cuero con una placa de oro blanco con una estrella grabada, regalo de Rodrigo

—¡Me encanta!— exclamo Julio

—Un regalo de mi madre... — mintió Hugo intentando evadir el tema, al alzar la cara se encontró con la cara de Julio, hasta ese momento noto su verdadera estatura, unos cinco centímetros, por debajo de la suya, y en ese momento, como por inercia, o alguna fuerza de atracción extraña se besaron, frente al espejo del tocador, se separaron y Julio tomo de la mano a Hugo; salieron al encuentro con la madre de Julio en el garage, el cual pintaba para ser breve, solo un saludo cordial por parte de Hugo, ante el cual no sabia como reaccionar, pero la madre, igual de hiperactiva que el hijo, hablaba de lo que había hecho, de a donde había ido, a quien había encontrado: Hugo consulto su reloj, era media noche, el tiempo había pasado volando y la aparición de la madre le parecía suficiente pretexto para salir huyendo de ahí, negando la magia del momento vivido antes en la cama de Julio.

—Ya es media noche... tal vez debería despedirme de una vez—

— ¿estas loco?... no te dejare ir tan tarde... ¿Cómo te iras?— exclamo Julio

—puedo llamar un taxi... o tomar uno en algún sitio de por aquí— propuso Hugo

—No hijo, mejor quédate, por mi no hay ningún inconveniente, a demás es mas seguro aquí... mejor no te arriesgues— exclamo la madre de Julio, Hugo se sonrojo, no quiso parecer descortés, acepto la oferta.

—si... gracias, ¿será mucha molestia que me deje hacer una llamada, necesito avisar en casa?—

—No, ninguna molestia— exclamo la madre de Julio, mientras le acercaba el teléfono.

—¡Gracias!...— exclamo mientras marcaba el teléfono inútilmente, sabia que en casa nadie lo esperaba, dejo un mensaje en el contestador, sabiendo que su madre jamás lo escucharía.


Una vez que la madre de Julio anuncio su cansancio, y se retiro a su habitación, Julio tomo de la mano a Hugo y lo llevo a su habitación de nuevo, dadas las circunstancias, al parecer esa noche no habría sexo, lo cual internamente aliviaba un poco a Hugo.

De regreso en la habitación, Julio ofrecía entretenimiento, DVD’s, series, o algo que pudieran hacer, Hugo se sentía tenso de nuevo, al fin resolvieron solo ver TV, caricaturas que al parecer era algo que a ambos gustaba; mientras Julio cambiaba de canal parado frente al televisor, Hugo se acerco a él, tomo su cintura y lo acerco a su cuerpo, le beso levemente la nuca:

—¡Eso se siente muy bien!— exclamaba Julio mientras Hugo sentía como le temblaban las piernas.


Así pasaron algo de tiempo, hasta que Julio dio media vuelta, quedando de frente a Hugo, recargaron sus frentes y con los ojos cerrados se besaron; las circunstancias los llevaron a tirarse en la cama, siguieron besándose, pero en ningún momento perdieron el control; todo parecía solo ser romántico, el sexo no era una necesidad, ni algo a lo que les hubiera gustado llegar; al final no supieron en que momento se rindieron ante el sueño.

Y así pasaron las veintiséis horas lejos de Rodrigo, despreocupado, Hugo lo percibió cuando en la madrugada un balbuceo de Julio lo despertó

—¿Pasa algo?— pregunto algo exaltado Hugo, Julio entreabrió los ojos

—¿Dije algo?—

—Si... o bueno... no se...—

—Que quiero ir a jugar boliche— exclamo confuso Julio— soñé que llegabas por mi al trabajo y me preguntabas que haríamos...—

—¡Bien!... iremos al boliche cuando valla por ti al trabajo— exclamo Hugo conciliando el sueño, mientras Julio buscaba el brazo de Hugo, el cual cedía para seguir, abrazados, durmiendo.


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