sábado, mayo 09, 2009

No hours... No time...

Habían pasado apenas veintiséis horas desde la partida de Rodrigo, a Querétaro, cuando Hugo ya encontraba consuelo en los brazos de su amigo Julio.


Julio había aparecido algunos años atrás en la vida de Hugo, como un encuentro casual... —¿o sexual?— No lo recordaba, una llamada aquel sábado propicio el encuentro, Hugo acepto por que creía necesitar algo de acción ese fin de semana: —si Rodrigo puede... ¿yo por que no?— pensaba mientras llegaba a su destino.

Recordaba vagamente quien era Julio, así que en el momento del encuentro parecía una cita a ciegas. Julio saludo dándole la mano a Hugo y después lo llevo a su casa.


Hugo estaba nervioso, muy al contrario de lo que era antes, apenas y hablaba, Julio por otro lado seguía igual, no paraba de hablar, lo que provocaba mayor curiosidad en Hugo, así Julio seguía hablando y hablando desde el peinado genial pero extraño de Hugo hasta lo mucho que le gustaba aquella canción de que compraba al amor con un juego de cartas, y así llegaron a casa de Julio.

Hugo recorría cada milímetro de la estancia intentando retener cada detalle ¿o buscando alguna cámara oculta?, la paranoia siempre esta presente en su vida, Julio notaba los extraños movimientos de Hugo.

—Siéntate, por favor— exclamaba Julio desde la cocina

—Si... gracias— argumentaba Hugo mostrando su educación un tanto antigua

—¿Quieres tomar algo?— preguntaba Julio con la cabeza metida en el refrigerador— ¿jugo.. agua... refresco...?... ¿una cerveza?—

—¡No!... cerveza no... soy un niño medianamente sano— sonrío Hugo

—¿Entonces tampoco fumas?— pregunto Julio e inmediatamente se borro la sonrisa de Hugo, se sentía acorralado -¿y si el no fuma?- pensaba aun así respondió:

—si... fumo...— contesto rápidamente— aunque tal vez debería dejarlo— mintió... nunca había pensarlo en dejarlo

—Tal vez no deberías... yo no fumo muy seguido pero me relaja bastante—

—Si... solo es una posibilidad...— exclamo aliviado, y en su monologo interno buscaba el por que de la mentira, ¿Por qué debía importarle? Solo era cosa de una noche... ¿o no?

—¿Entonces?... ¿que te sirvo?— pregunto Julio, disipando los pensamientos e ideas retorcidas de Hugo

—Agua esta bien...— exclamo un tanto dentro si— sin hielo...— apresuro a decir cuando vio a Julio abriendo el congelador, Hugo tomo el vaso dio un par de sorbos y se aventuro a seguir a Julio hasta su habitación pensando que, después de todo, solo seria una noche de sexo. A mitad de camino Julio se detuvo, Hugo no lo noto hasta estar pegado a la espalda de Julio, rápidamente dio un paso atrás intentando evitar el contacto de los cuerpos:

—¿no quieres cenar algo?... ¿tienes hambre?...—

—¡No!.. Gracias, comí tarde— respondió Hugo

—¿estas seguro?—

—Si, lo juro... pero, si tú quieres cenar algo, te hago compañía—

—No, yo estoy bien— dijo mientras seguía caminando.


Al fin entraron en la habitación, y Hugo de igual manera, como lo hizo en la estancia, examino cada pared — ¿buscando otra cámara oculta?... ¡olvida la paranoia!— decía para sí, mientras Julio lo invitaba a sentarse de nuevo.

Una vez sentado en la cama, Julio comenzaba a hablar de nuevo, se levantaba, buscaba cosas, las mostraba a Hugo, le contaba anécdotas de cada objeto, volteaba hacia algún lugar y encontraba algo diferente, una nueva anécdota empezaba, entre anécdota y anécdota Hugo empezaba a sentirse mas relajado y lentamente fue dejando caer el cuerpo sobre la cama, al final se veía recostado con la cabeza de Julio en su estomago, ¡que bien se sentía estar así!, sin aviso Julio se levanto de nuevo al ver una muñeca de trapo que rápidamente alcanzo, mientras contaba la historia de cómo la había confeccionado, para regresar con Hugo a la cama y recostarse, esta vez de frente a él; Hugo no resistió la tentación y toco levemente, con la yema de sus dedos, la cara de Julio... Hugo sentía una atracción verdadera por Julio, y no era solo una atracción sexual, un ruido ajeno al de sus voces hizo a Julio saltar hasta la ventana:

–¡Llego mi mamá!— exclamo Julio con una sonrisa, mientras Hugo regresaba a su estado de tensión previa —Vallamos a saludar para que se entere que estoy aquí— Hugo, trago saliva, de pronto sentía seca la boca; no contaba con aquel suceso.

—¿seguro?—

—¡Si!... mi madre es un encanto...—exclamo Julio, mientras Hugo se levantaba; una vez incorporado, Julio tomo la mano derecha de Hugo, donde llevaba una pulsera de cuero con una placa de oro blanco con una estrella grabada, regalo de Rodrigo

—¡Me encanta!— exclamo Julio

—Un regalo de mi madre... — mintió Hugo intentando evadir el tema, al alzar la cara se encontró con la cara de Julio, hasta ese momento noto su verdadera estatura, unos cinco centímetros, por debajo de la suya, y en ese momento, como por inercia, o alguna fuerza de atracción extraña se besaron, frente al espejo del tocador, se separaron y Julio tomo de la mano a Hugo; salieron al encuentro con la madre de Julio en el garage, el cual pintaba para ser breve, solo un saludo cordial por parte de Hugo, ante el cual no sabia como reaccionar, pero la madre, igual de hiperactiva que el hijo, hablaba de lo que había hecho, de a donde había ido, a quien había encontrado: Hugo consulto su reloj, era media noche, el tiempo había pasado volando y la aparición de la madre le parecía suficiente pretexto para salir huyendo de ahí, negando la magia del momento vivido antes en la cama de Julio.

—Ya es media noche... tal vez debería despedirme de una vez—

— ¿estas loco?... no te dejare ir tan tarde... ¿Cómo te iras?— exclamo Julio

—puedo llamar un taxi... o tomar uno en algún sitio de por aquí— propuso Hugo

—No hijo, mejor quédate, por mi no hay ningún inconveniente, a demás es mas seguro aquí... mejor no te arriesgues— exclamo la madre de Julio, Hugo se sonrojo, no quiso parecer descortés, acepto la oferta.

—si... gracias, ¿será mucha molestia que me deje hacer una llamada, necesito avisar en casa?—

—No, ninguna molestia— exclamo la madre de Julio, mientras le acercaba el teléfono.

—¡Gracias!...— exclamo mientras marcaba el teléfono inútilmente, sabia que en casa nadie lo esperaba, dejo un mensaje en el contestador, sabiendo que su madre jamás lo escucharía.


Una vez que la madre de Julio anuncio su cansancio, y se retiro a su habitación, Julio tomo de la mano a Hugo y lo llevo a su habitación de nuevo, dadas las circunstancias, al parecer esa noche no habría sexo, lo cual internamente aliviaba un poco a Hugo.

De regreso en la habitación, Julio ofrecía entretenimiento, DVD’s, series, o algo que pudieran hacer, Hugo se sentía tenso de nuevo, al fin resolvieron solo ver TV, caricaturas que al parecer era algo que a ambos gustaba; mientras Julio cambiaba de canal parado frente al televisor, Hugo se acerco a él, tomo su cintura y lo acerco a su cuerpo, le beso levemente la nuca:

—¡Eso se siente muy bien!— exclamaba Julio mientras Hugo sentía como le temblaban las piernas.


Así pasaron algo de tiempo, hasta que Julio dio media vuelta, quedando de frente a Hugo, recargaron sus frentes y con los ojos cerrados se besaron; las circunstancias los llevaron a tirarse en la cama, siguieron besándose, pero en ningún momento perdieron el control; todo parecía solo ser romántico, el sexo no era una necesidad, ni algo a lo que les hubiera gustado llegar; al final no supieron en que momento se rindieron ante el sueño.

Y así pasaron las veintiséis horas lejos de Rodrigo, despreocupado, Hugo lo percibió cuando en la madrugada un balbuceo de Julio lo despertó

—¿Pasa algo?— pregunto algo exaltado Hugo, Julio entreabrió los ojos

—¿Dije algo?—

—Si... o bueno... no se...—

—Que quiero ir a jugar boliche— exclamo confuso Julio— soñé que llegabas por mi al trabajo y me preguntabas que haríamos...—

—¡Bien!... iremos al boliche cuando valla por ti al trabajo— exclamo Hugo conciliando el sueño, mientras Julio buscaba el brazo de Hugo, el cual cedía para seguir, abrazados, durmiendo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Frases Celebres!!