miércoles, julio 29, 2009

I.- El ‘Divorcio’

—… márcame en 10 minutos…— pensé por segunda vez — ¡no! Mejor dame 20 minutos y estaré ahí…Cerré mi teléfono celular de un golpe, tome mi cigarro del cenicero así como mi vaso de té verde frappe y Salí del Starbucks de Amberes y Reforma, me aventure a cruzar corriendo la avenida y parar un taxi. Hasta mi tercer intento se detuvo uno.

A los 19 minutos exactamente después de que aborde el taxi estaba llegando al starbucks de periférico norte, ese que esta justo enfrente de plaza satélite. No creí lograrlo, ya que era sábado y eran las cinco de la tarde. ¡Curioso!... salí corriendo de un starbucks para meterme en otro.

Subí la pequeña escalinata y me encontré con él, con el respetable licenciado Mateo Ortiz, importante director general de una de las universidades más respetables de la ciudad y mi ex-‘marido’… le pedí que me diera un segundo, me acerque al mostrador para pedir mi acostumbrado trabalenguas, como lo llamaba Mateo, que no era mas que un té chai latte, venti, a noventa grados, leche deslactosada, con un shot de vainilla y un shot de caramelo, lo pedí, lo prepararon en unos minutos y le di los toques finales, medio sobre de azúcar y vainilla en polvo, y salí.
Cuando regrese, Mateo había acomodado concienzudamente un post it!, con forma de flecha, en cada lugar donde debería caligrafiar mi firma, y antes de decir una palabra me ofreció su mont blanc. Hice caso omiso a su oferta poniendo los ojos en blanco, tome mi cartera de mano y extraje mi propia pluma, tome asiento y firme, en cada línea, mientras dirigía una de mis bien estudiadas frases a Mateo:
—Sigo sin entender por que no quisiste llegar hasta allá. Supuse que, como tu pretexto fue que tu abogado llegaría aquí y aun no aparecía, al llegar me encontraría con los dos, pero veo que no… de cualquier forma no importa…— Coloque por ultima vez mi firma en aquellos documentos —
!felicidades te acabas de librar de mi!...
— ¿Por qué insistes en odiarme si te yo te quiero mucho Aramiz? — Sonrió mientras revisaba los documentos — Si por eso me divorcie de ti, por que no te deseo este mal, de seguirme soportando
— ¡Por dios Mateo!— dije riendo — lo bueno es que aún conservas el sentido del humor, ¡por eso me case contigo!
— ¡Si! Ya sé que sigo siendo tu payaso…
— ¡Vamos! no digas eso… en fin…— dije poniendo, de nuevo, los ojos en blanco.
Seguimos bromeando por unos instantes, después Mateo anuncio su partida
— Bien Aramiz, ya es hora de que nos vallamos a festejar nuestro divorcio…
— ¿Bromeas?... tu lo que quieres es llevarme a un bar, para emborracharme y que anulemos el divorcio.
— ¡Para nada! — Exclamo riendo — a demás tu novio de chocolate se pondrá nervioso de saberlo… Extraño ¿no?… que después de todo esto te vallas con mi mejor amigo…
— ¡Oye!... tranquilo, que tu primero te fuiste con su novio…
— En eso tienes razón… de cualquier forma, dale mis saludos a Gabriel y dile que Alex también le manda saludos…
—Yo le diré…
Me levante para despedirme de Mateo que me abrazo fuerte y me beso la mejilla y así se fue.
Me reacomode en la silla, y tome mis documentos, los doble a la mitad y los metí en la cartera de mano que llevaba, que no era mas que una especie de portafolios pequeño. Tome mi celular mire la hora, no le creí, así que consulte mi reloj, eran alrededor de las seis de la tarde.
Me lévate camine un par de calles, adentrándome en ciudad satélite para tomar un taxi de sitio, que me llevara a casa.

Mientras viajaba en el taxi, recordaba como tan solo cuatro años atrás, cuando tan solo tenía veintidós años en ese mismo café había conocido a Mateo, en aquel año Mateo tenia treinta y ocho años, diez y seis años mayor que yo, y él no era el director general de esa escuela, tan solo era secretario de algo, bueno yo tampoco era el editor en jefe de la revista para la que trabajo, era simplemente un articulista.
Ese día lo recuerdo claramente, honestamente no creo que alguien haya olvidado el día en que conoció a su primer esposo o esposa, yo estaba absorto, veía la pantalla de mi laptop, repasaba una y otra vez cada palabra que escribía, estaba escribiendo a penas mi segundo articulo para la revista, repasaba de nuevo las palabras, volvía a las notas que había escrito, en unas hojas sueltas que había encontrado al fondo de la mochila de mi computadora, comparaba las notas con el texto de la computadora, daba sorbos a mi té, y volvía a las comparaciones y revisiones del articulo. Así pase cerca de dos horas, cada vez con mayor desesperación tomaba las hojas, intentando perfeccionar un articulo perfecto, entonces decidí que la clave de todo estaba en la segunda hoja de notas, tome las hojas y comencé a buscarla, repase unas tres veces la totalidad de las hojas, y la nota que buscaba no aparecía, levante la computadora pensando que tal vez estaría ahí, voltee la mochila con el fin de que saliera todo su contenido y no apareció.
Levante la mirada y encontré mi perdida hoja bajo el tacón de unos mocasines color marrón, me levante de mi asiento y me acerque a aquel zapato, por que en ese momento no pensaba en el humano que los usaba, no pensaba en el sujeto delgado y moreno claro que vestía casualmente con unos jeans perfectamente deslavados y un saco de pana del mismo tono de los mocasines los cuales usaba sin calcetines, solo pensaba en cuanto daño le podía hacer ese tacón a mi adorada hoja. De pronto el pie se movió y estrujo mi tan deseada nota contra en piso, intente conservar la calma:
— ¡Disculpe! ... ¿seria tan amable de levantar su pie derecho?—
— Si quieres saber la marca de mis mocasines, como todo el mundo, solo te puedo decir que son Pra…
— Al diablo sus mocasines… ¡esta asesinando mi nota!...
El tipo bajo la mirada y alzo su pie, al mismo tiempo que yo jalaba mi hoja…
—Gracias es usted muy amable… — refunfuñe mientras me reintegraba a mi lugar, hundiendo la nariz en mi laptop, justo enfrente de mi complicado articulo sin fin, me intentaba reintegrar a mis ideas, cuando el tipo se acerco a mi mesa y con la mínima fuerza de su dedo índice cerro de golpe la pantalla de mi computadora
— ¿Disculpe?... ¿Qué puedo hacer por usted?...
—Pedirme una disculpa… ¿o tal vez?... ¿darme tu numero telefónico?
— ¿perdón?
— Si, yo creo que fue muy grosero de tu parte dejar caer tu hoja cerca, solo para tener un excusa para hablarme, yo se que soy irresistible…— lo interrumpí con una carcajada estruendosa
— Perdón, pero creo que irresistible no es el termino que esta buscando, yo lo llamaría engreído, presuntuoso e insolente… ¡podría ser mi padre!— exclame mientras el sonreía
— Pero no lo soy… vamos déjame invitarte algo… ¿Qué estas tomando?
— No esta hablando en serio ¿verdad?
— ¡Claro que es en serio! — dijo sentándose a mi lado
— Ok, estoy tomando un té chai latte, venti, a noventa grados, leche deslactosada, con un shot de vainilla, un shot de caramelo, con medio sobre de azúcar y vainilla en polvo…
— ¡espera!... ¡espera!... ¿Qué estas tomando que?... ¿eso es acaso un trabalenguas?
— No… no lo es… — dije mientras sonreía
— ¿entonces?... ¿me darás tu numero telefónico?...
— ¿Lograra traerme mi té, tal como se lo dije?...
— Creo que si… por cierto… me llamo Mateo — me ofreció su mano
— Aramiz… mucho gusto… — Sonreí
— Entonces volveré en un minuto con tu bebida…— dijo levantándose y alejándose hacia el mostrador.
Yo abrí mi computadora, guarde el documento sin darle más revisiones y después la apague, la metí en su mochila y acomode mis cosas, estaba seguro que ese hombre tan extraño no lograría traerme mi bebida tal como se la pedí. Pero seria divertido verlo hacer el intento, así que espere.
Mateo regreso con mí bebida tal cual se la pedí, lo supe por que marcan los vasos con abreviaturas de como están preparados, me asombre al ver que era lo que siempre pedía
— ¿Como lo lograste?, hace unos minutos estabas perdido entre las instrucciones
— ¡muy fácil!... le pedí al chico que repitiera lo mismo que te había servido, de hecho me sorprendió que el tipo menciono ‘Aramiz casi siempre pide lo mismo’
Sonreí y exclame:
— ¡Demonios!... creo que es tiempo de que cambie de sucursal…— reí y el me siguió.
Platique un par de horas con Mateo, antes de irme anote mi número telefónico en la hoja que él había pisoteado con sus mocasines Prada y me marche.

Al día siguiente me invito a comer y al cabo de seis meses me volví su novio. Al año siguiente y unos días después de que aprobaran las sociedades de convivencia, o ‘matrimonios gay’ como muchos los llaman, y unos meses después de que lo nombraran director general nos casamos.
Tuvimos una boda espectacular, aparecimos en los sociales de mínimo seis periódicos de la ciudad, la revista para la que trabajo no se quedo atrás y nos concedió un articulo completo que redacto mi asistente, que ansiaba tener mi puesto, a mi no me preocupaba demasiado ya que el jefe me tenia en las miras para darme un asenso que llego seis meses más tarde, y tras una ardua labor, me convertí en editor de una sección de la revista.

Mateo y yo éramos la pareja gay por excelencia, no había pareja gay más elegante y sofisticada que nosotros, siempre con un atuendo impecable, en las fiestas de gala más grandes de la ciudad y en algunas de Nueva York y un par de veces en Paris. Siempre llamábamos la atención. Nos volvimos parte de un grupo muy exclusivo y elitista, al cual se unió el mejor amigo de Mateo: Gabriel, que era uno de los socios mayoritarios de un despacho contable, Gabriel con tan solo tres años más que yo había amasado una gran fortuna abriéndose paso entre los ancianos conservadores, con nuevos métodos y técnicas capaces de renovar todo su sistema, logrando un mejor desempeño del despacho. Alex, era pareja de Gabriel, era un tipo que… bueno… solo era él, un socialité que con tan solo 18 años, y como hijo único, heredaría una gran suma de dinero, ya que su abuelo y su padre, hijo único también, eran los dueños de una importante destilería de tequila.De pronto comenzó mi auge dentro de la revista, mi popularidad había crecido, presentándome en las pasarelas más importantes de la ciudad siempre acompañado de Gabriel, en las fiestas mas alocadas, en las inauguraciones de los mejores antros, etc. Por eso Mateo insistía en que Gabriel era mi novio de chocolate, frase que aquí, y en todo México, denota una cualidad representativa y sin valor, en este caso, la gente que no nos conocía podría pensar que Gabriel era mi novio pero en realidad no lo era, incluso lo podría presentar como tal.

Y fue así como me nombraron editor en jefe y justo, dos días después, mi matrimonio se desborono, por que Mateo se había acostado con Alex, un indiscreto paparazzi, de esos que nos seguían mucho a Gabriel y a mi, había tomado un par de fotografías de Mateo tomando de la mano a Alex al salir de uno de los hoteles más lujosos de la Ciudad. El matrimonio perfecto duro tan solo un año y medio.
Los seis meses restantes fueron de discusiones, tramites tediosos con los abogados, buscarme un nuevo departamento, decorarlo, aclimatarme a mi nuevo puesto y, por su puesto, encuentros casuales y sexuales con Gabriel. Una semana atrás, acordamos reunirnos los cuatro para hablar como personas maduras y decentes. Así lo hicimos y fue esa noche cuando Gabriel al fin se decidió en formalizar conmigo... bueno formalizar suena demasiado grave, no recibí ningún anillo de compromiso, simplemente esa noche acordamos salir como pareja estable con todos los beneficios y responsabilidades que amerita la situación, por ejemplo, la fidelidad...

viernes, julio 24, 2009

... de marfil ...

Si intentara describirte
no sabría que decir
me estremece tu mirada,
tu sonrisa,
y no puedo dejar de ver tu piel,
tus ojos claros,
tu espalda
y tu piel de nuevo,
tus rasgos,
tus besos
y caricias
tu cabello claro
y tu piel
esa blancura de tu piel
esa bella imagen tuya
que pareciera tallada en marfil
tu piel fresca y clara
después del baño
su olor debajo de las sabanas
tras haber pasado ahí toda la noche
tus brazos sobre mi cuerpo
y tu piel de nuevo reposando
y ajustándose delicadamente
sobre todo tu ser
no quiero que el día termine
quiero seguir admirando tu piel
y tu cuerpo,
en mi cama
disfrutar de tus caricias
tus besos tus abrazos
y tu piel
y quiero seguir escribiendo
y leyéndote versos
enamorándote con palabras
y disfrutar de tus sonrisas
y de nuevo tu piel
tu piel sobre la mía
tu piel que beso
de la que me lleno
la que saboreo
y de la que no me aburro
que disfruto, que siento.

lunes, julio 13, 2009

Momentos-Llamadas-Despedidas



Dicen que todo en esta vida esta creado de momentos...
Todos los que pasamos, cada momento que vivimos es una oportunidad que define nuestras vidas, esas oportunidades suelen afectarnos las aprovechemos o las dejemos pasar; en eso se centraban las ideas de Hugo mientras aceptaba la declaración de Julio A. por medio Internet, esa fue una oportunidad bien aprovechada. Esa extraña relación, la primera a distancia de Hugo, estaba empezando, lo mejor parecía estar por venir con miles de comentarios en contra, muchas razones por lo cual no funcionaria, pero aun así el creía que funcionaria, y daría todo por ello.
Llamadas y constantes conversación por Internet lo convencían de ello; al parece, al fin, se verían de nuevo, una sorpresa que Julio A. preparaba, no quiso revelar muchos detalles hasta estar seguro de que todo saldría bien. Se despidió brevemente de Hugo, asegurando que en la noche terminarían esa conversación y afinarían los últimos detalles del posible encuentro, miércoles fue aquel día.

Tan sorpresiva, como la declaración de Julio A., llego aquella llamada que cambiaria el curso de la historia de Hugo y Julio A., Hugo contesto emocionado creyendo que era hora de saber la sorpresa que Julio A. estaba preparando. Lo siguiente fue una mancha negra, un instante borroso, una mancha en la blancura de los planes:
—¿Cómo estas, amor?— preguntaba Hugo inocentemente
—Acabo de chocar...— exclamaba Julio A.
—¿qué?— Hugo no entendía del todo la situación
—¡No es nada grave!... estoy en el hospital...—
—¿Qué paso? ¿Cómo fue?—
—Fue una accidente medio aparatoso pero estoy bien, un carro me envistió en un semáforo... solo querría avisarte eso y, que, posiblemente no me conecte al rato—
—ok... no te preocupes por eso... cualquier cosa avísame...—
— si claro... oye...— Julio A. contuvo la respiración por un segundo
— ¡Dime...!— exclamo rápidamente Hugo
—te quiero... no quise que esto pasara—
—Nadie lo quería o lo deseaba Julio... también te quiero—
—Lo sé... hablamos después...— Julio A. colgó el teléfono, Hugo se quedo inmóvil un algunos segundos (¿o minutos?), regreso a si mismo cuando escucho el tono de ocupado de la línea telefónica. Colgó el auricular.

Al fin Hugo entendió del todo la situación después de que dio un sorbo al té helado embotellado, estaba en la terminal, esperando el autobús que lo llevaría a Querétaro cuatro días después de aquella llamada de Julio A., y después de haber hecho malabares con sus tiempos para poder justificar las faltas en el trabajo. Una travesía completa le pareció aquel viaje de dos horas, mas treinta minutos en un taxi por lugares desconocidos hasta casa de Julio A.
Al llegar lo encontró en un muy buen estado físico, lo cual le sorprendió un poco, pero desafortunada, o afortunadamente depende de cómo se vea, no en muy buen estado anímico, pero después de todo él creía estar ahí por eso, para cuidar y aliviar un poco los ánimos de Julio A., Hugo sabia que no seria fácil, pero estaba dispuesto a eso y mas con tal de saber, y sentir, que tan real era, la noche de aquel lunes paso sin incidente alguno, el martes fue un día extraño, salieron a atender un par de pendientes de Julio A. lo cual los dejo bastante cansados, cosa extraña ya que Hugo estaba acostumbrado a hacer el doble de cosas con un mínimo esfuerzo, regresaron a casa de Julio A. comieron algo y durmieron la siesta; mientras Julio A. organizaba miles de documentos que tenia regados en algún escritorio Hugo leía un poco ese libro que había leído tantas veces, lo cual hacia como bajo una petición muda hecha por Julio A., después de un rato decidió acercarse a él e intentar ayudar en su labor de archivo, así pasaron toda la tarde, mientras Julio A. acomodaba hojas en carpetas, Hugo tachaba hojas destinadas al rehúso, en silencio, por que Julio A. contestaba con monosílabos las preguntas de Hugo, después de una cena ligera, y mientras Hugo fumaba en el patio trasero, en silencio, entendió que tal vez su visita no había sido del todo oportuna, por mucho que tuviera los ánimos de ayudar y cuidar a Julio A., algo estaba mal, algo no encajaba.
Una vez que ambos estaban en la cama, debajo de las cobijas Hugo decidió enfrentar la situación:
— ¿Como estas?... ¿como te sientes?—preguntaba tímidamente Hugo
—Bien—
— ¿Seguro?— preguntaba Hugo esperando lograr una respuesta mas elaborada
—si... ¿porque?—
—Por que... no sé... siento que no es bueno que este aquí—
—yo se que estos días no han sido los mejores, pero créeme estoy feliz con que estés aquí, pero ya sabes... el accidente movió muchas cosas... necesito tiempo, espacio para asimilar y acomodar las cosas, es solo eso...
—si quieres mañana me regreso...—
—No... Mejor mañana hablamos... te quiero —
—Descansa. Te quiero —
Y por primera vez, Julio A. abrazo a Hugo y es noche de nuevo durmieron abrazados como aquella vez que se conocieron.

Al día siguiente tal cual lo había dicho Hugo, organizo su equipaje y se despidió de Julio A.

—Me voy...— exclamo Hugo mientras levantaba su pequeña maleta
— ¿Seguro?... — preguntaba Julio A. cerrando la puerta de la habitación
—Si... lo que menos quiero es saber que no estoy ayudando... al contrario me voy para darte espacio, para que pienses tus asuntos, y los resuelvas de la mejor forma posible, sabes que si me necesitas aquí estaré...— exclamo Hugo y de inmediato se abalanzo contra Julio A., para abrazarlo fuertemente. Este respondió al abrazo. Salieron de la habitación.
Mientras Hugo abría la puerta que los llevaría al garaje Julio A. lo tomo del brazo y lo acerco a él, lo beso brevemente en la boca.
El taxi esperaba, Julio A. abrió la puerta del taxi, Hugo deposito su maleta en el asiento y abrazo de nuevo a Julio A.
—Me voy estando en paz contigo, sabiendo que lo nuestro esta bien... ¿vale?— se aventuro Hugo a decir, solo para aclarar lo sucedido.
—ok —
—De cualquier forma nos veremos el veinte, ¿no?—


—¡si claro!... el veinte, y en tu cumpleaños—

—El veinte entonces... te quiero—

—También te quiero—exclamo Julio A. mientras Hugo se separaba de él y subía al taxi.

Cuando Hugo llego a la ciudad la noche empezaba a caer, por la ventana del autobús observo la primera estrella, y como siempre; alzo la mirada al cielo y pidió paciencia, para soportar lo que venia, que al parecer no seria sencillo.





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